En esta ocasión los Warren tendrán que viajar a Londres para tratar de ayudar a una madre soltera cuya casa parece estar habitada por espíritus nada amistosos.
El Doctor Strange tiene que emprender un viaje de sanación tras sufrir un duro revés de la vida. Dicho viaje le abrirá las puertas a un mundo que no podía ni imaginar y que lo colocará en medio de una lucha ancestral.
Una vez más intento ser imparcial y me propongo disfrutar de un entretenimiento ligero y sin pretensiones, pues no hay otra manera de enfrentarse a esta secuela de una franquicia que me dejó ya un regusto amargo con su episodio de orígenes.