sábado, 30 de abril de 2016

EL HOMBRE QUE NO SABIA NADA, comedía a recuperar.

Dir: Jon Amiel (1997)


             En El Hombre que no sabía nada Bill Murray interpreta a Wallace Ritchie, un empleado del Blockbuster video que, de visita en Londres, contrata participar en una nueva atracción: el teatro de la vida. Por desgracia, metido en su papel, desde el primer momento es confundido por un agente secreto envuelto en una conspiración sin percatarse de ello, así que se dedica a pasarlo bien mientras intentan acabar con su vida una y otra vez.



            Cuando se estrenó El Hombre que no sabía nada, -eso si es que se llegó a estrenar, pues este menda no tiene recuerdo o constancia de dicho acontecimiento sino, más bien, el de verla por primera vez de estreno en el Canal+ de aquellos años tal y como procedía- poco caso le hice a este film protagonizado por el genial Bill Murray. Poco caso porque, al igual estaba a otras cosas -ya sabéis, eso de las novias y tal y cual- o porque estaba azoqueteado y no supe valorar el potencial de la película en sí.


           Por ende, cuando hace unos días la encontré en eso que ahora muchos adoramos llamado Netflix, una luz se hizo en mi interior pues, aún sabiendo que la había visto, no recordaba casi nada nadísimo de la misma. Tocaba entonces ver la peli de nuevo para recalibrar la impresión dejada hace eones y comprobar si era uno de esos bluffs cinematográficos tan prolíficos hoy en día o merecía la pena.


          Dicho y hecho. El hombre que no sabía nada es una estupenda comedia. Estoy seguro de haberme reído mucho más ahora que cuando la vi. Acompañar al distraído Bill Murray en su recorrido de equívocos, espías y malentendidos ha sido una gozada, y lo ha sido porque no es el típico film que pone a la estrella por delante y la deja hacer de las suyas con tal de salvar los papeles sino que ofrece además un guión bastante bien hilado y con unas lineas de dialogo descacharrantes - mucho más acertadas en la VO, por cierto- como son las referentes al uso del excusado y de tirar de la cadena, junto con el Oporto.


            Si que es cierto que no creo que un director versado en cine más serio como era Jon Amiel fuera el director indicado para llevar las riendas de esta comedia pero si a esto sumamos la presencia de Joanne Whalley, la cual está preciosa durante todo el film y que en muchas ocasiones parece no poder ocultar que se estaba partiendo el ojete con las ocurrencias de Murray -el cual, por cierto carga con todo el peso de la película- y las de un Alfred Molina en plan nemesis Rusa ya tenemos una película que es casi imposible que os defraude y que tiene más de un momento descacharrante entre sus principales bazas.

La Nota de La Noche:









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