Dir: Martin Scorsese (2016)
A principios del siglo XXVII dos curas portugueses viajan en secreto a Japón para averiguar que ha sido de su mentor, un cura que parece haber apostatado, a la vez que intentan extender el catolicismo, religión que ha sido declarada prohibida.
Con Silencio vuelve Scorsese a dejarse llevar y engullir por culturas foráneas con el fin de mostrar un momento de la historia que a simple vista parece irrelevante pero que tiene su enjundia. Al igual que con aventuras de similar calado aquí pisa el freno de esa locomotora que es el propio Scorsese y se dedica a ofrecernos un cine pausado peligrosamente cercano al de Malick pero sin tanto pretenciosidad.
Lo mejor de esta película está en sus paisajes, sus imágenes impactantes, una magnifica fotografía y en el cuadro social y religioso, sobretodo lo segundo, que Scorsese consigue pintar a lo largo de sus dos horas y media de película. Un metraje un tanto largo para una historia casi intimista que tiene a Andrew Garfield como su mayor exponente, siendo esta la vez que menos lastimoso me ha parecido, curioso esto viendo los avatares de su protagonista.
Lo de Adam Driver y Liam Neeson dentro de dicho citado metraje casi podría dejarse en simples cameos siendo el resto de protagonistas importantes de la función actores japoneses, lo cual es muy enriquecedor para aquellos a los que nos gustan los viajes históricos y siendo lo peor, primero; su alargado desenlace que hace que nos lleguemos a preguntar si realmente Scorsese va a ofrecernos un final en algún momento y, segundo; el estar contando una historia que, pese a interesante, a muchos les importará bien poco e incluso les resultará antipática.
La Nota de La Noche
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