domingo, 6 de agosto de 2017

GHOST IN THE SHELL, envoltorio sin alma

Dir: Rupert Sanders (2017)


         En un futuro no muy lejano la humanidad se ha rendido a las mejoras cibernéticas. En dicho entorno aparece Major, la primera humana mejorada totalmente y de la cual solo su cerebro ha quedado intacto dentro de un cuerpo totalmente artificial.



           Tengo que reconocer que ya casi no recuerdo nada del anime homónimo al que hace referencia esta película llevada en nuestros días a la acción real. No es por excusarme, sino la pura verdad en cuanto a que no puedo hacer una comparativa con el original primigenio de 1995. Por lo tanto simplemente me he dedicado a intentar disfrutar del espectáculo que Johansson ha tenido a bien protagonizar y quizás, por el camino, beneficiarme de casi no recordar nada que pueda entorpecer su visionado.


          Ghost in the Shell tiene un envoltorio que rezuma calidad por cada uno de sus poros. Desde las primeras y bellas imágenes que adornan los títulos de crédito a todo el diseño de producción y un CGI que no tiene nada que envidiar de otras grandes producciones. Toda la infraestructura sobre la que se sustenta la película, sus pilares, tiene un muy marcado su carácter de potencial blockbuster y, sin embargo, dicho envoltorio sucumbe ante una supuesta, pero pretenciosa, transcendencia que le juega una mala pasada pues, no es que no se entienda lo que quiere contarnos, sino que casi en definitiva no nos cuenta nada y acaba siendo un producto para un público bastante minoritario.


          Ghost in the Shell adolece de un ritmo contundente y  sufre de un constante ralenti en cuanto al fluido de la trama, en parte gracias a un montaje inconexo y deslavazado que parece ir de aquí para allá forzado por un guión que quiere agasajarnos con escenas del anime pero que quedan frías y vacías al no conseguir transmitirnos empatía alguna por los personajes a los cuales seguimos durante la trama. Y no será por no tener un buen conjunto de personajes secundarios. No entraré en esa polémica de si la protagonista debería haber sido asiática o no. Scarlett Johansson es una actriz competente y hace lo que puede con el guión que tiene Major, su personaje. Lamentablemente ni ella ni su director consiguen que nos preocupemos mucho por su devenir y sus conflictos internos.


        Volviendo a los secundarios tenemos a Pilou Asbaek como Batou, Takeshi Kitano como Arakani, Juliette Binoche y Michael Pitt entre otros. Dan empaque al conjunto y lucen bien pero es una lastima no haber sabido aprovechar más la estupenda galería de secundarios que forman el grupo al que pertenece la propia Major, haberse desligado algo más del anime y dar un poco más de espectáculo al espectador.


        Como diría algún que otro, en esta película hay mucho colorín, mucha lucecita, pero poca chicha. Y ese es el otro gran pecado de la película: la carencia de un espectáculo convincente y con tensión. Sencillamente, el director se acopla a la templanza de los animes y todo parece excesivamente lento jugando a poner algo de suspense en una película sin suspense. No es como para tirar la toalla pero si que llega a molestar, al igual que el recorrido errático del personaje de Scarlett Johansson, una marioneta en las manos de todos los demás.

La Nota de La Noche:










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