DENTRO DEL LABERINTO, dentro de la fantasía.

Dir: Jim Henson (1986)

Dale al Play y disfruta leyendo:

           
           “Por increíbles peligros e innumerables fatigas me he abierto camino hasta el castillo, más allá de la ciudad de los Goblins, para recuperar el niño que me has robado. Porque mi voluntad es tan fuerte como la tuya, y mi reino igual de grande… no tienes poder sobre mí…”

             
              Queridos amigos de La Noche, Dentro del Laberinto comienza poniéndote en bandeja la sipnosis de la película:

“Erase una vez, una jovéncita cuya madrastra le obligaba siempre a quedarse en casa cuidando del bebé. Y el bebé era un niño mimado, lo quería todo para él y la jovéncita era prácticamente una esclava. Pero lo que nadie sabía era que el rey de los goblins se había enamorado de la chica y le había dado ciertos poderes. Así que una noche, cuando el crío había sido especialmente cruel con ella, llamó a los goblins pidiendo ayuda.”

            Dí las palabras correctas- dijo el goblin – nos llevaremos al bebé a la ciudad de los goblins y tú serás libre. Pero la chica sabía que el rey de los goblins se quedaría al bebé en su castillo para siempre, para siempre, para siempre y lo convertiría en un goblin. Y por ello, la chica sufría en silencio. Hasta que una noche, cuando estaba cansada después de todo un día de trabajo en casa y herida por las duras palabras de su madrastra, no tuvo más fuerzas para aguantar…

¡Ojalá vinieran los goblins y..., y el resto es historia del cine amig@s!

             Es el momento de hablar de Dentro del Laberinto y resulta que lo hago en el peor momento posible. Me hubiera gustado hacerlo sin tan oscuros nubarrones por doquier. La reciente muerte de David Bowie, hace solo unas semanas y el reciente anuncio -oportunista a mi entender- de poner en marcha una secuela o remake o reboot o lo que sea que se quieran sacar de la manga los señores de Hollywood ha hecho que no demore más mi reseña ochentera sobre un clásico -para mi atemporal- como es esta Dentro del Laberinto, obra del genio Jim Henson y del cual ya escribí una reseña hablando de otra gran obra de culto como es Cristal Oscuro.

             Por cuestiones de edad soy de esos afortunados que pudimos disfrutarla en cines en su día. Resultó una propuesta extraña a la vez que placentera. Se nota que Henson quería huir un poco de la oscuridad con la que había cubierto Cristal Oscuro restándola de esta obra que tiene en muchos puntos unos matices altamente perturbadores pero que gracias a un equilibrado barniz cromático consigue que las espinas de este cuento oscuro queden en anécdota pudiendo esta vez el público más infantil gozar de un mundo asombroso.

                Vagos recuerdos conservo de ese primer visionado en un cine de mi localidad cuando contaba con escasa edad pero gran amor por todo lo que fuera cine fantástico. De hecho creo que en ese momento no había conseguido ver todavía Cristal Oscuro y lo único que me sonaba de la película es que era obra de ese señor que había creado Barrio Sesamo, pero si puedo decir y asegurar que salí del cine bastante satisfecho, aunque en ese momento el cine con "injertos musicales" me chirriaba bastante, cosa que ya no me ocurre.

               Maravillosa y ágil, la película no tardaba en arrancar y desde el primer momento adelantaba su trama para no perder tiempo y enviarnos a este mundo laberíntico sin pies ni cabeza, ni orden ni concierto, sin rumbo fijo ni tiempo coherente. Un mundo en donde Henson hacía gala nuevamente de un gran sentido de la moralidad al marcar claramente las lineas que dividen al bien del mal y del evitar juzgar a las personas por su aspecto físico.

               Desde las hadas hasta el propio Jareth de Bowie con su bola de cristal mágica y el baile de máscaras, todo lo que representa la belleza exterior y deslumbra a la vista resulta estar corrompido en su interior y tener dudosas intenciones en cuanto a nuestra querida protagonista, una Jennifer Connelly de la que muchos quedamos prendados desde ese momento.  En cambio, los aliados de Sarah resultaran tener un aspecto cuando no desagradable simplemente amenazadores como son Hoggle y Ludo respectivamente, pero un gran corazón. No podemos decir lo mismo de Sir Minimus, que desde el primer momento resulta emotivamente divertido a lomos de su "inseparable" Ambrosius, el cual no ve el momento de dejarlo abandonado a la primera de cambio.

              El mundo de Dentro del Laberinto era de una riqueza increíble y nos ofrecía una sucesión de lugares fantásticos tanto en lo deslumbrante como en lo tenebroso: la entrada del propio laberinto a los numerosos pasajes y recovecos, puertas secretas, muros que se movian, olvidaderos, la ciudad de los goblins y el castillo del rey Goblin.  No se quedaban atrás la gran cantidad de personajes y criaturas que pueblan dicho mundo como eran los gusanos parlanchines y abunfandados, las aldabas refunfuñonas, las manos vivas, los goblins y, como no, ese rey Goblin interpretado por Bowie y del que bien de chanzas se han hecho acerca de sus mallas y de su aspecto con el pelo cardado y un aspecto Glam digno de los Poison de esos años pero que marcó estética y tendencia y ha quedado como un icono para la posteridad. Un festival de maquillajes, muñecos, marionetas y artefactos que resultan en delicia para el amante de este tipo de cine.

              Concretamente David Bowie fue muy generoso con este proyecto y colaboró muy a fondo aportando canciones de su propia cosecha para aderezar la banda sonora de Trevor Jones. Entre estas canciones se encontraban Underground, Magir Dance, As the World falls down, Within You y Chilly Down, que es la única canción de la película que no canta para cederle el testigo a esos coloridos peluches que, aún estando adornados por esa divertida canción, siempre me han dando un mal rollo tremendo.

               Es una pena que esta película producida por un George Lucas que creía en las ídeas y no en la rentabilidad se la pegase en taquilla. Inimaginable lo que el público obviaba en esa época. Triste también porque con dicho fracaso nos quedamos sin poder ver los posibles proyectos que Henson nos hubiera podido ofrecer y que, sumados a su temprana muerte, nos dejaron para siempre sin el placer de poder disfrutar de estos productos artesanales y fantásticos que ya nunca más podremos volver a paladear, habiendo quedado Cristal Oscuro y Dentro del Laberinto como dos oasis en un desierto de cine mucho más común y que a fecha de hoy es inconcebible sin la ayuda de CGI.

             No es desconocido que Dentro del Laberinto y lo que le sucede a Sarah es una suerte de anacronismo de lo que le ocurre a la Alicia de el País de las Maravillas. ¿Realmente le sucede todo lo que le sucede o es simplemente un sueño alucinógeno de una mente altamente inventiva? La respuesta no es importante, o más bien es mejor no desear saber la respuesta para que esta aventura no pierda su magia, así como el mensaje más importante de todos:

               Amigos y amigas, es muy importante y de vital relevancia no perder la imaginación y la capacidad de fantasear, ese preciado don que hay que conservar bajo llave y evitar que sea robado por esos terribles bandidos que son la edad o el paso del tiempo.

           Dejo desde aquí mi más rotundo y profundo mensaje de cariño por una película por la que el tiempo no parece estarse cebando en demasía y que me dio sigue dando unos momentos maravillosos cada vez que visito este mundo de fantasía.

           Y recordad: si alguien os dice que no sirve de nada dar rienda suelta a vuestra imaginación ya sabéis lo que debéis decirle:

¡Ojalá vinieran los goblins y se te llevaran ahora mismo!

Dedicado a la memoria de David Bowie.

La Nota de La Noche: