Dir: Emilio Martínez Lázaro (2015)
En Ocho Apellidos Catalanes retomamos a nuestros personajes pasado un tiempo tras los acontecimientos de la primera entrega para encontrarnos que:
-Rafa se ha rajado frente al compromiso y ha cortado con Amaya.
-Pese al tiempo transcurrido sigue obsesionado con ella.
-Amaya se va a casar con un catalán llamado Pau
-Koldo se presenta en Sevilla para intentar que Rafa recupere a Amaya desconociendo que fue Rafa el que cortó la relación.
Pues he ahí el germen de esta secuela fast food (comida rápida) que salió obligadamente tras el inesperado éxito de Ocho Apellidos Vascos. Película amada y odiada a la par y con la cual, yo conseguí echarme alguna que otra buena risotada, pues comprendí perfectamente cual era el juego de la misma. No puedo decir lo mismo de su secuela, la película que aquí nos ocupa, pues se nota el poco tiempo invertido en desarrollar una trama propia más allá de volver a mascar el mismo chicle de la primera entrega.
Vale que en la ecuación entran Berto Romero (con su horrorosa barba) y Rosa María Sardá, pero el resto es mera repetición de la jugada. A la incorporación de Belén Cuesta como Judit la desaprovechamos para volver a cargar el peso en Dani Rovira y su carisma cómico y, sobretodo, en un Karra Elejalde que hace del tópico su mejor baza. Por último, Clara Lago vuelve a repetir el mismo esquema de la anterior entrega mostrando un personaje arisco al principio que se va suavizando según transcurre la película mientras que Carmen Machi pasaba por allí para soltar alguna gracieta.
Por el camino pierden el norte los dos amigos sevillanos y la subtrama con el primo guardia civil, una subtrama totalmente prescindible que solo sirve para rellenar algunos minutos más de esta comedia sobre los tópicos que los españoles tenemos los unos de los otros. En cuanto a la trama, el comportamiento de Rovira y su obsesión por hacerse pasar por catalán están mucho más que cogidos con pinzas y la trama sobre la independencia de Cataluña podría haber dado mucho más de sí, como ocurría por ejemplo en Bye bye, Lennin, sin embargo en el último acto, la película decae bastante tanto en "chispa" como en ritmo.
El resumen que puedo hacer de Ocho Apellidos Catalanes es que si has visto el trailer ya has visto la película. No es por denigrarla, pero es la sensación que me ha quedado, un regusto a "esto ya lo he visto", no es una película ambiciosa que busca la evolución y nuevos horizontes sino un claro caso de operación mercantil de perfil oportunista.
La Nota de La Noche
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