domingo, 12 de febrero de 2017

PASSENGERS, a space love story.

Dir: Morten Tyldum (2016)


       Jim Preston ( Criss Pratt )despierta de su hibernación de 120 años en un crucero espacial. Todo sería maravilloso excepto por el simple detalle de que es el único que ha despertado, qué solo han transcurrido 29 años desde que partió de la Tierra y que parece no haber manera de volver a hibernar...



           Muchos ya sabemos que Passengers se nos vendió como otro tipo de film, más orientado a la acción espacial y al suspense, pero a veces estas sorpresas esperando ver una cosa y encontrándonos otra son el determinante perfecto para tener una grata experiencia.  En Passengers no vas a encontrar acción, suspense algo hay pero, por encima de todo, tenemos un drama, una historia de amor en el espacio profundo que se va construyendo a partir de la desesperación, la soledad, la más pura necesidad y los instintos más básicos del ser humano.


        No se puede decir que haya nada realmente novedoso en el producto y, reconozcamos que si hubiese sido otra película de acción espacial seguramente pasaría como una más del montón. Comenzando como una historia de supervivencia espacial, en la que asistimos a la toma de conciencia de la cruda realidad por parte del protagonista y que va derivando luego hacia una historia de amor con Aurora Lane ( Jennifer Lawrence ), la película nos va llevando por varías etapas y situaciones.


        El que la historia y la película incidan como núcleo de la trama en la relación que la pareja protagonista es un plus y, sin caer en el rosa profundo, tanto Criss Pratt como Jennifer Lawrence dan la sensación de funcionar muy bien en pantalla, luciendo ambos espléndidos ( si olvidamos la barba postiza de Pratt, claro ) y tienen algún que otro momento de intensidad emocional digno de elogiar. Es cierto, eso sí, que durante unos cuantos minutos de su segundo acto reincide demasiado en la citada historia amorosa y no consigue plantar de lleno la semilla de esa casi imperceptible amenaza que se cierne sobre ellos, pero por fortuna tenemos un tercer acto que es mucho más ágil, con mejores costuras y con un desenlace bastante digno y consecuente.


        Como adorno para lo anteriormente comentado contamos con la presencia de Michael Sheen, Laurence Fishburne y Andy Garcia, una nave que luce la mar de chula, un entorno intrigante y una Banda Sonora de Thomas Newman que, por supuesto, recuerda en más de una ocasión a su Wall-E.


        Si la película ha resultado ser un fracaso en taquilla no es porque sea un mal producto. Simplemente es que no era el tipo de historia que muchos iban buscando pues, para ser una película que transcurre en un entorno tan frío al final ha resultado tener mucha más calidez gracias al empaque, los protagonistas y la carga de sentimientos agridulces que nos llega a transmitir.


La Nota de la Noche









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