lunes, 2 de noviembre de 2015

AMOR AL PRIMER MORDISCO

Dir: Stan Dragoti (1979)


             El conde Drácula está triste. Sobrevivió al ataque de Van Helsing,si, pero su vida es anodina y monótona. Lleva 700 años vistiendo de camarero y se dedica a pasar las veladas tocando el piano mientras Renfield le limpia el castillo y ya ni los lugareños le temen. Su única alegría es hojear las revistas de moda que su siervo le consigue para ver a la nueva reencarnación de su eterno amor.  Para más inri ahora Transilvania es un país comunista y el estado le confisca el Castillo. Sin hogar y sin ataduras Drácula decide ir en busca de su anhelado amor a América, pero las cosas no serán fáciles debido al fuerte contraste cultural.



              Amor al primer mordisco es de esas películas que se pierden en el subconsciente de la mente y evitan salir a la superficie,cosas del paso del tiempo. Recuerdo haberla visto de muy chaval y que la experiencia fue amena pero debido a que es de esas películas que la TV también decide dejar en el cajón desastre de los ignominiosos olvidos, no ha sido hasta que hace poco un "iluminado" me la recordó, que me lancé en su búsqueda y, ni corto ni perezoso, aquí estoy, acabante de verla.

                Sorprendentemente para tratarse de una película de 1979 la fotografía de la misma es bastante buena y, aunque se deje adivinar la época por el estilismo, no ocurre lo mismo con el resto. Amor al primer mordisco es una comedia sobre Drácula que poco a poco deviene un poco en spoof movie, pero sin exagerar. Por supuesto ya es risible ver la apariencia de George Hamilton maquillado cual mimo para tapar su exótico moreno. Igualmente me encanta ese forzado acento rumano que pone ( ojo, la he visto en VO y conociendo la época, dudo mucho que el doblaje conserve cualquier atisbo de dicho acento).


               Drácula viene  acompañado por su fiel Renfield, un simpático e histriónico Arte Johnson y perseguido  por Richard Benjamin, (director de múltiples comedias) que interpreta aquí el papel del nieto de Van Helsing y, casualmente enamorado y psiquiatra de Susan Saint James, el objetivo de nuestro buen conde.  Es este personaje y sus ocurrencias para intentar acabar con Drácula y su plan lo que transmite más sensación de comedia loca mientras que los diálogos de Drácula son elegantemente irónicos. No podemos olvidar tampoco esas transformaciones en murciélago de plástico guay que tantos problemas le dará a George Hamilton pues, a parte de ser totalmente risible, lo harán acabar casi en la sartén cual "pollo negro".


           Su primer y segundo acto son los mejores, quizás más elegantes, ya que el tramo final es un poco más loco y el humor absurdo usado ha quedado un poco viejuno. No obstante debo reconocer que he echado alguna risa y que, pese a temer que lo que recordaba de niño fuera una humillación para mis ojos, ha sido una película que se ha conservado bastante bien y que tiene buena defensa.  En vuestras manos la dejo.

La Nota de La Noche:








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