martes, 8 de diciembre de 2015

OZ, UN MUNDO DE FANTASIA, vacío espectáculo.

Dir: Sam Raimi (2013)


            Cuando a la Disney le da por revisar los clásicos de fantasía puedes estar seguro de que si te echas a temblar estarás en tu total derecho pues es de sobra conocida su pasión por dar rienda suelta a sus más antiguas directrices y contribuir a traernos unos productos con mucho colorín pero poco alma.



              Uno de esos productos fue este Oz, un mundo de fantasía para lo que pusieron a golpe de talonario tras las camaras a una persona que, por lo menos estaba cualificada para llevar a cabo un espectáculo con brio: Sam Raimi.  La pena es que Raimi parecía estar más concentrado en otras cosas y simplemente cumplió con lo que se le pedía minimamente con tal de recuperarse del varapalo de Spider-Man 3 y así tener otra vez un poco de cash flow para levantar su siguiente proyecto. La única secuencia en la que parece pasárselo bien es en la del globo al principio de la película, luego simplemente debe de haber dejado la película bajo la supervisión de su segunda unidad dirigida probablemente por un mono alado.


               Oz, un mundo de fantasía es una de esas precuelas automatizadas y carentes de la gracia de los originales a los que quiere dar fondo histórico. Un producto en el que se relata como el Famoso mago de Oz llegó a ser el famoso mago de Oz. Una oportunidad única para volver a este mundo imaginario que ya es história del cine y que en vez de única fue perdida.


             La película juega en la liga de las películas infantiles. Olvidaos de las segundas lecturas y de personajes con el suficiente carisma. Para esta ocasión 4 fueron los actores requeridos, 3 roles femeninos y uno masculino: el del mago de Oz, interpretado por un James Franco que estaba de paso también pero que, y aunque os pueda extrañar, a mi por lo menos me hace más ameno el visionado de esta encorsetada precuela. Luego tenemos a una Rachel Weitz que es lo mejor de la función, tanto visual como narrativamente pues da cierto empaque a la función, mientras que la princesa Glinda de Michelle Williams es de un soso que tira para atrás Mila Kunis como Theodora está simplemente horrible tanto de rojo como de verde.


                La película olvida el contarnos una historia con trasfondo y encanto para dejarse llevar por el fondo de colores que, si, está muy bonito y tal, pero que no logra hacernos olvidar la sensación de estar asistiendo a un espectáculo carente de vida y que remonta minimamente en su tramo final. Ni siquiera una Banda Sonora encargada al mismisimo Danny Elfman puede hacer mucho para levantar una serie de secuencias que pueden generar la más absoluta indiferencia del respetable.


            Una película infantil que hará las delicias de los más pequeños pero que no pasará a la posteridad como una buena película fantástica. De hecho han pasado muy pocos años y ya nadie la nombra aunque es una pena que no nos acordemos del diseño de la muñeca de porcelana.

La Nota de la Noche








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